Para
comenzar, voy a presentar el contexto en el que nos encontrábamos, se trataba
de una paciente femenina ingresada en la UCI por una insuficiencia respiratoria
secundaria a una infección respiratoria. Intubada, con ventilación mecánica y
sedoanalgesiada. Comienza con una taquicardia
ventricular, y se confirma la ausencia de pulso por parte del médico.
Las taquicardias ventriculares se originan en los ventrículos. Pueden
estar precedidas de extrasístoles ventriculares, complejos QRS amplios de forma
anómala con una frecuencia rápida de 100-150 lpm, y ausencia de ondas P.
En
este momento es cuando se inicia toda la dinámica de reanimación. Inmediatamente
traemos el carro de paradas, monitorizamos a la paciente con todas las derivaciones,
incluidas las precordiales para realizarle un electrocardiograma y colocamos
las palas con gel sobre el cuerpo de la misma.Una pala en el 4º-5º espacio
intercostal de la línea medio axilar izquierda (ápex) y la segunda pala
en el 2º-3º espacio intercostal paraesternal derecho (infraclavicular) a la vez
que el médico cargaba el desfibrilador dejándolo así preparado para el momento
de la descarga, en el que deberá accionar simultáneamente los dos botones de
ambas palas. La desfibrilación,
consiste en interrumpir una fibrilación ventricular o, como en este caso una taquicardia ventricular sin pulso, provocando la despolarización
simultánea de todas las células miocárdicas para permitir que los marcapasos
cardiacos fisiológicos comiencen su despolarización-repolarización de forma
ordenada.
Ya
en esta situación comienzan a aparecer más enfermeras, residentes y auxiliares
para colaborar. A su vez, también se inician las órdenes verbales por parte del
médico para la carga de medicación. La primera de todas ellas, administrar 150
mg de Amiodarona, en 50cc de Dextrosa al 5% a pasar en 10-30 minutos. La amiodarona como ya sabemos, se usa ante
arritmias ventriculares y supraventricualres que no ceden con otros antiarrítmicos,
entre ellas se encontraría la taquicardia ventricular sin pulso. Al no ceder,
el médico pide otra carga de amiodarona igual a la anterior, y nuestra sorpresa
fue que la paciente comenzó a bradicardizar hasta quedarse en asistolia. En ese
momento me encontraba atacada de los nervios, no podía permitir que se me viera
dubitativa o temblorosa porque tenía que centrar toda mi atención en cargar la medicación
que se me solicitara, y la prioridad era tratar de colaborar en salvarle la
vida a una de nuestras pacientes, y a su vez tratar de aprender “in situ” la
dinámica de reanimación.
Un
instante después el médico había comenzado el masaje cardíaco y mi enfermera se
encontraba ventilando a la paciente con el ambú por el tubo endotraqueal, por
lo me vi en la tesitura de asumir yo la medicación, cómo si eso fuera poca
labor. El médico que dirigía toda la reanimación comenzó a pedir los bolos de
Adrenalina, a continuación Bicarbonato sódico, extracciones de bioquímicas y
gases para ir valorando el pH, y gracias a la ayuda del resto de compañeros fui
capaz de ir cumpliendo una por una las órdenes.
No
había momento para la duda, no era posible quedarse quieta, era vital estar
constantemente cargando bolos de Adrenalina,
droga de elección en la PCR, y perfusiones de Bicarbonato sódico, para tratar de corregir la acidosis generada
por la misma parada, teniendo cuidado a su vez de no equivocarme, y controlar
las desfibrilaciones que no me cogieran en contacto con la paciente al realizar
las extracciones.
¿Qué
cómo me sentí en ese momento? ¿Qué cómo actué? Sinceramente, no podía pensar en
nada más, mi concentración estaba única y exclusivamente pendiente de que no se
me olvidara tener preparada la carga de adrenalina en bolos, el bicarbonato que
fuera necesitando el médico y todas aquellas peticiones de analíticas que fuera
precisando. El tiempo se pasó volando a pesar de que mantuvimos la reanimación durante
casi una hora completa, pero finalmente, no pudimos sacarla de asistolia.
Cuando
todo acabó, y levanté por fin la mirada que tenía clavada en la paciente,
quizás con la esperanza de que la situación remontara, inmediatamente pensé en su familia que hacía
unas horas acababan de visitarla con la esperanza de volver a verla en el
horario de tarde. La sensación tras todo el trabajo realizado con ella, fue,
por una parte de insatisfacción porque no habíamos podido reanimarla, pero por
otro lado, pude verme como una más, tratando de colaborar en lo que buenamente
pude. Quizás para algunos pueda resultar una tontería haber estado cargando
medicación o sacando las analíticas pedidas, pero para mí fue toda una
superación no haberme quedado bloqueada ante esta situación y lograr que no me
dominaran los nervios. También tengo que añadir que, probablemente para el
resto de personal sanitario no supondría la menor ansiedad colaborar o dirigir
la reanimación, pero la práctica y los años de experiencia le permiten a uno
mantenerse sereno y actuar con la cabeza fría ante este tipo de circunstancias,
imagino.
Como
crítica constructiva referida a todo el equipo sanitario, y si se me permite,
me voy a incluir; mi humilde opinión y ya una vez valorándolo desde fuera, es
que en general se actuó muy bien. Tuvimos la suerte de tener un coordinar que
fue el médico y se encargó de dirigir toda la reanimación así como de valorar
los relevos. En ningún momento se hicieron pausas de masaje que no fueran
acorde a la valoración del ritmo para desfibrilar, no nos entorpecíamos los unos
a otros, aún estando estudiantes por medio, lo cual es todo un reto y cada
profesional se dedicó desde el primer momento a una tarea: el médico a masaje,
mi enfermera a la vía aérea, yo en este caso junto con la ayuda de otros profesionales
a la medicación, otra enfermera iba contabilizando los bolos y perfusiones que
íbamos administrándoles, entre otro muchos profesionales que colaboraban
enviando las muestras a laboratorio.
Finalmente
acabar esta entrada recordando la importancia que tiene y más en este tipo de
unidades de pacientes críticos, que, como enfermeros estemos bien instruidos en
la dinámica de reanimación y seamos capaces de conseguir que no nos tiemble el pulso
ni nos supere la tensión porque se trata de situaciones de vida o muerte en las
que debemos demostrar más que nunca la seguridad que tenemos desarrollándonos
en nuestro trabajo.
Bibliografía:
1.Nolan JP, Soar J, Zideman
DA, Biarent D, Bossaert LL, Deakin C, et al. European
Resuscitation Council for Resuscitation 2010.
Guía para la Resucitaciçon 2010 del Consejo Europeo de Resucitación
(ERC). Sección 1. Resumen Ejecutiv.2010; p. 36-37
2. FUDEN.Guía
práctica de intervenciones enfermeras en urgencias.p.12
3. FUDEN.Guía
práctica de intervenciones enfermeras en urgencias.p.192-196
Me alegro de las conclusiones positivas de toda la experiencia vivida. La PCR es una situación relativamente frecuente en la UCI, y para la cual debemos estar entrenados. No olvidemos nunca donde estamos, en una unidad de críticos, y ello nos exige una formación completa y actualizada.
ResponderEliminarBuenas entradas estas últimas Yasmina, continua mejorando.
PD. Enhorabuena por las buenas valoraciones que estais recibiendo de la enfermeria de la UCI